Paso 1: Prepara el Horno y el Molde
¡Empecemos con amor!—precalienta el horno a 180°C—engrasa un molde desmontable con mantequilla (me encanta ese brillo suave!). Respira hondo—esto va a ser una tarta cremosa y deliciosa, y tú ya estás en marcha.

Paso 2: Bate el Queso y el Azúcar
En un bol grande, vierte 500 g de queso crema—añade 200 g de azúcar y bate con una batidora o batidor ‘til que sea suave, unos 2-3 minutos (me emociono con esa cremosidad!). Es como crear un lienzo dulce—pura suavidad en camino (mi corazón late con ilusión!).

Paso 3: Agrega los Huevos
Casca 4 huevos grandes—añádelos uno a uno, batiendo bien tras cada uno (me encanta ese amarillo brillante!). Mezcla ‘til que se integren—es como darle vida a la tarta (mi cocina huele a huevo y me hace soñar!). Es el alma esponjosa—pura magia en cada giro.

Paso 4: Incorpora los Líquidos
Vierte 1 yogur natural (125 g), 200 ml de nata para montar y 1 cdita de esencia de vainilla—bate ‘til que todo se una (me emociono con ese perfume!). Hazlo con cariño—es como abrazar la mezcla (mi corazón late con cada revuelo!). Es el toque cremoso—pura delicia líquida.

Paso 5: Añade los Secos
Tamiza 50 g de harina de trigo y una pizca de sal—mezcla con una espátula ‘til que sea homogéneo (me encanta esa nube blanca!). No batas mucho—es como darle estructura suave (mi cocina huele a vainilla y me hace suspirar!). Es la base perfecta—lista para brillar.

Paso 6: Hornea la Tarta
Vierte la mezcla en el molde—alisa con una espátula (me emociono con esa superficie suave!). Hornea a 180°C por 45-50 minutos—reposa 10 minutos con el horno apagado y la puerta entreabierta (mi corazón late con ese dorado!). Sácala cuando esté firme—es pura cremosidad cocida (yo miro ansiosa por la ventanita!).

Paso 7: Enfría y Decora
Deja enfriar a temperatura ambiente—luego refrigera 4 horas (te juro que vas a suspirar como yo la primera vez!). Sirve con mermelada de frutos rojos si quieres—corta en 8-10 porciones (en mi casa no dura mucho!). Es pura felicidad casera—cremosa y delicada.