Description
Prepara las Mejores Galletas Caseras: suaves por dentro, crujientes por fuera, con azúcar y canela. ¡Receta fácil para un dulce inolvidable!
Ingredients
Aquí está todo lo que uso, medido con cariño:
- 70 g de leche tibia
- 20 g de azúcar
- 6 g de levadura fresca
- 1 huevo
- 120 g de mantequilla derretida
- 380 g de harina
- 3 g de vainilla
- Una pizca de sal
- 120 g de azúcar (para el relleno)
- Canela en polvo
Pongo todo en mi mesa y siento que estoy por armar algo increíble. Con esto salen unas galletas perfectas para compartir—o para guardar si me pongo celosa. Es mi lista de oro para un día dulce. Siempre reviso que tenga todo antes de arrancar—mi truco para no correr a última hora. ¿Qué peor que darte cuenta que te falta mantequilla a medio camino? Así me mantengo relajada y lista.
Instructions
Paso 1: Activar la Levadura
¡Empecemos con ilusión!—en un bol pequeño, disuelve 6 g de levadura fresca en 70 g de leche tibia con 20 g de azúcar—revuelve bien con una cuchara y déjalo reposar unos 5-10 minutos hasta que burbujee (me encanta ver esas burbujitas, es como magia viva!). La leche tiene que estar tibia, no caliente, para que la levadura despierte feliz—yo siempre pruebo con el dedo para estar segura. Este es el primer paso hacia unas galletas esponjosas, y ya estoy emocionada.
Paso 2: Mezclar la Masa
En un bol grande, vierte la mezcla de levadura—agrega 1 huevo, 120 g de mantequilla derretida, 380 g de harina, 3 g de vainilla y una pizca de sal (el aroma a mantequilla y vainilla ya me tiene soñando!). Mezcla todo con una espátula o tus manos hasta que se forme una masa suave y homogénea—puedes empezar con la espátula y luego meter las manos, porque amasar es lo mejor (me siento como jugando con plastilina dulce!). Sigue hasta que no queden grumos—es pegajosa al principio, pero se pone perfecta.
Paso 3: Dejar Reposar
Cubre la masa con un paño limpio—yo uso uno de cocina viejo que me hace sentir en casa—y déjala reposar en un lugar cálido por 30 minutos (me encanta ponerla cerca del horno o en un rincón soleado). Mira cómo crece y se pone manejable—es como ver un globo inflarse, y yo me emociono cada vez que la destapo. Este reposo es clave para que las galletas queden suaves y deliciosas.
Paso 4: Estirar la Masa
Espolvorea harina en tu mesa—saca la masa y estírala con un rodillo hasta formar un rectángulo grande y plano (me siento como artista extendiendo una sábana dulce!). No te pases con la harina, solo lo justo para que no se pegue—yo amo ver cómo se estira sin romperse. Este es el lienzo donde vamos a poner el azúcar y la canela.
Paso 5: Azucarar y Doblar
Toma la mitad de los 120 g de azúcar (60 g) y espolvoréalo sobre la masa—extiéndelo parejo con las manos o una cuchara (me encanta ese brillo dulce que aparece!). Dobla la masa por la mitad como si fuera un libro—presiona un poquito y vuelve a estirarla con el rodillo en otro rectángulo (es como un juego de capas que me hace sonreír!). Espolvorea el resto del azúcar (60 g) y repite—este doblete hace que el azúcar se derrita dentro, y yo ya quiero probarlas.
Paso 6: Darle Sabor y Forma
Mezcla el azúcar que sobró con canela en polvo—yo echo una buena cantidad de canela porque me encanta el aroma—y espolvorea todo sobre la masa (me siento como pintando con especias!). Corta la masa en cuadritos pequeños con un cuchillo o cortador—hazlos del tamaño que quieras, yo los hago chiquitos para más galletas (me emociono contando cuántas salen!). Colócalos en una bandeja con papel de horno, dejando un poquito de espacio entre ellos—se ven tan lindos ahí.
Paso 7: Hornear la Magia
Precalienta el horno a 170°C—mientras se calienta, mira tus galletas esperando su momento (yo siempre les hablo, ¡es mi ritual!). Hornéalas por 25 minutos—vigila hasta que estén doraditas y crujientes por fuera (mi cocina se llena de un olor que me hace bailar!). Sácalas cuando los bordes estén dorados—el centro queda suave, y eso es perfecto.
Paso 8: Enfriar y Disfrutar
Deja las galletas en la bandeja unos minutos—pásalas a una rejilla o plato para que se enfríen del todo (es duro esperar, pero si las tocas calientes, se rompen). Prueba una cuando estén tibias—ese crujido con el azúcar y la canela te va a enamorar, te lo juro (yo siempre me quemo un poquito la lengua de impaciente!). Sírvelas con un café o guárdalas para compartir—son tan ricas que no duran mucho en mi casa.