Ingredients
1 manzana mediana rallada (aproximadamente 150g)
60g de semillas de calabaza
40g de semillas de sésamo
40g de semillas de girasol
50g de pasas picadas finamente
2 claras de huevo grandes (o 4 cucharadas de puré de manzana para la versión vegana)
Una pizca de canela (opcional)
Una pizca de sal marina
Instructions
Precalienta el horno a 180°C y prepara una bandeja con papel de hornear. Es importante que el horno esté a la temperatura adecuada antes de introducir las galletas para garantizar una cocción uniforme.
Coloca todas las semillas en una sartén seca a fuego medio-bajo. Tuesta durante aproximadamente 5 minutos, removiendo constantemente para evitar que se quemen, hasta que desprendan su aroma y adquieran un color ligeramente dorado.
Retira las semillas del fuego y déjalas enfriar en un plato durante unos minutos. El calor residual continuará el proceso de tostado, así que es mejor retirarlas un poco antes de que alcancen el color perfecto.
Mientras tanto, lava, seca y ralla la manzana con piel (donde se concentran muchos de los nutrientes). Coloca la manzana rallada en un colador sobre un bol para que escurra el exceso de jugo naturalmente.
Pica finamente las pasas hasta obtener trozos pequeños. Esto ayudará a distribuir mejor su dulzura por toda la masa y evitará grumos grandes en las galletas terminadas.
En un bol grande, combina las semillas tostadas, la manzana rallada y escurrida, las pasas picadas, la canela y la pizca de sal. Mezcla bien todos los ingredientes secos antes de añadir el aglutinante.
Añade las claras de huevo (o el puré de manzana para la versión vegana) poco a poco, mezclando constantemente. Deberás obtener una masa que se mantenga unida cuando la aprietes pero que no esté demasiado húmeda.
Con las manos ligeramente humedecidas, forma pequeñas porciones de aproximadamente 1-2 cucharadas de masa. Aplánalas ligeramente sobre la bandeja preparada, dejando espacio entre ellas.
Hornea durante 20 minutos para conseguir galletas de textura más suave, o 25-30 minutos si prefieres un resultado más crujiente. El borde de las galletas debe estar ligeramente dorado cuando estén listas.
Retira del horno y deja enfriar completamente sobre una rejilla antes de manipularlas. Las galletas se endurecerán ligeramente al enfriarse, adquiriendo esa textura crujiente tan característica.