Empiezo cortando 5 bolillos en rebanadas gruesas—caliento aceite en una sartén y los frío hasta que están dorados, mi crujido favorito. Los escurro sobre papel—listos para reservar. El aroma ya me emociona.

En una olla, mezclo 1 ½ taza de leche, 1 taza de leche evaporada, 1 lata de leche condensada, 1 cucharada de vainilla y 1 rama de canela—cocino a fuego lento hasta que hierve, mi mezcla dulce está lista. Remuevo bien—el perfume me envuelve. La dejo lista para bañar.

En un refractario, coloco una capa de pan frito—baño con las leches, esparzo ½ taza de pasas, ¼ taza de coco y ¼ taza de almendras, mi capa soñada. Repito hasta usar todo—el pan se empapa de sabor, mi paso favorito. Cubro con aluminio y horneo a 180°C por 30-45 minutos—se dora y me hace suspirar.

La dejo enfriar—la sirvo con amor, cada porción es un placer mexicano que me llena de orgullo. Este proceso simple me conecta con la tradición cada vez. ¡Es tan fácil y tan rico!